Orejudos

Por Sol Medina Boiko

Cuando el viento llega a levantar polvo, a esta gente las orejas le flamean.
No es una imagen. Las orejas se les mueven. Se les abren y cierran.
Seres sin nombre. Sin cartílagos puestos.
Pura piel desmembrada en arrugas de tierra.
Te ven y se acercan. Apuntando a tus ojos disparan silencios.
Te fijan la mirada. Te petrifican en una ausencia.
A falta de palabra, estos tipos son mudos de cuerpo.
Sin cartílagos que los sostengan, son sólo colgajos de orejas.
Andan así, armándose un esqueleto por la plaza del pueblo.
Amueblando sus vacíos viscerales con pensamientos ajenos.
Suturando con letras robadas, lo que en cada uno hay de contrahecho.